En el primer capitulo de la Guía Gastronomica del Embotellao, hablamos de Santander, sus fiestas y el fenomeno del pincheo. Los pinchos, una manera muy social y habitual de pasarlo bien, conocer gente y, por supuesto, embotellarse.
El pincheo es un fenómeno de intensa moda últimamente. Esta tradición, casi forma de vida y tan acorde con nuestro espíritu, puede que naciera en San Sebastián pero es algo cada vez más habitual.
Casetas de la Feria |
Por ejemplo, ésta es la Semana Grande de Santander, donde el pincheo es de obligado cumplimiento para cualquier amante de la gastronomía y embotellao vario. Una de las actividades más populares es la de las casetas de la Feria de día, que si disponen por todo el centro de la ciudad y llenan plazas y parques de música, comida y bebida. Pues en ellas con tu consumición te ponen un pincho, que puede ser elegido el mejor en un votación pública por internet.
Comentaremos dos: los de las casetas del Hotel Santemar y el Hotel Chiqui, ambos en la Plaza Alfonso XIII. La primera, ganadora los tres últimos años del Premio a la Mejor Caseta, proponía un tortellini relleno de una dulce masa de chocolate y lo que al gusto parecían petacetas. Unas bolitas de caramelo que estallaban en la boca.
El pincho del Hotel Chiqui era más clásico, una sabrosa tosta de champiñones en salsa con jamón, gratinada sobre hojaldre. Lo mejor, era el gratinado con pan rallado que llenaba de texturas el paladar.
Pero el tema tapeo en la capital cántabra no es único en fiestas. Cada uno tiene su ruta, desde ¡Embotéllese, por favor! te aconsejamos el siguiente.
Pinchos de Casa Lita |
Después de un paseo por el paseo de Pereda, haciendo parada en Regma donde hacen helados como un embotellao se merece, llegamos a la zona de Puertochico . Allí en Casa Lita, empezamos nuestra ruta. Puedes elegir entre una variedad de pinchos. No se incluyen en la consumición pero son buenos, grandes y suelen estar hechos del momento.
Puedes seguir por el Pata Negra, donde, como su propio nombre indica, cobra protagonismo la tosta de jabugo. Particularmente, te recomendamos el de queso de cabra con cecina, tosata universal y mágica depende en que establecimientos.
Una visita interesante es La Cigala, también cocido por el museo del vino, donde no te embotellarás mucho pero su colección de botellas merece la pena. Para terminar y embotellarse del todo, la bodega El Zamorano. La asadurilla o la morcilla son muy recomendables. La asudirilla, para los legos, no es otra cosa que hígado de cerdo y otras vísceras.
Hablando de hígado, después de mucho probar y embotellar, la mejor menera de preparlo es, sin duda encebollado. Y si es con arroz, mucho mejor.
Hasta aquí la ruta gastronómica/embotellológica a Santander. Cantabria tiene mucho que dar en éste sentido. Sólo pensando que está entre Asturias y País Vasco…
Ahora en verano también, ¡Embotéllese, por favor!
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